Silvia, mi madre, preparando el picnic después de la caminata de Gregorio, 1983.
Así empezó todo, una caminata y al final un picnic almuerzo. Carne, papas guisadas y vino del país. En las zonas recreativas de toda la isla de Tenerife, La Caldera, El Caminero, Las Raíces. íbamos con el jeep verde, un Daihatsu que llegaba a cualquier lugar. Se hacía la comida con madera, se llevaban garrafones de vino de Domingo, enfrente de mi abuela, vino de su finca en La Perdoma. Al principio en los años setenta, mi padre Gregorio iba a caminar con Don Enrique, el patrón del hotel Tigaiga. Una vez a la semana, organizaban una caminata con los clientes del hotel. Esto se abandonó y con el tiempo mi padre lo retomó. El hacía una excursión los martes, iba con los clientes a comer a restaurantes, pero cuando estábamos haciendo la casa nueva. Una obra que exigió mucho dinero y trabajo para toda la familia. A la que íbamos a trabajar todos los fines de semanas . Mi madre y mi padre decidieron hacer un picnic en las zonas recreativas. Y así mi madre comenzó a trabajar con mi padre. Fuero años de mucho trabajo con la casa, y por necesidad también se creó la empresa de senderismo que fundó Gregorio, mi padre y por supuesto ahí estuvo mi madre Silvia. Nosotros íbamos a ayudar, cosa que era normal en aquella época en todas las familias. Los niños trabajaban, y nosotros también. Si íbamos a la excursión ayudábamos a la genta mas mayor del grupo. Y si nos quedábamos a ayudar a mi madre a preparar las mesas, limpiar las papas, encender el fuego y cuando llegaban los clientes, a servir las mesas, luego recoger, y fregar calderos, platos, cubiertos, vasos… Los fines de semanas a cargar bloques, cemento, para llevárselo al maestro, que hacía la casa. Así fue hasta el año 1988, cuando la casa ya estaba terminada, Silvia enfermó, y tras una dura y rápida enfermedad murió el cuatro de septiembre de 1988. Una fecha que quedó grabada en nuestra memoria. Una madre que murió joven con 39 años. Una tragedia familiar, que tan jóvenes o mas bien niños, nos marcó de por vida. Y esta es la historia hasta finales de de los años ochenta.
Y así fue el principio de la empresa, de senderismo. En un principio eran excursiones sencillas, luego se fueron complicando, Antequera, barranco Seco, barranco de Masca… Eran grupos grandes y siempre éramos dos. Gregorio delante, y detrás mi hermano Francis o yo, ayudando a los mas débiles, los mas mayores, los que necesitaban mas atención. Corríamos para delante, para ayudar en los puntos mas complicados. Donde era necesario por ser lugares mas peligrosos, con riesgo de accidentes.
Cuando los senderos, eran pistas anchas, llevábamos un todoterreno, para ayudar a los mas mayores. Muchos clientes no podían acabar la excursión por sus propios pies. Era una forma de acercar a la naturaleza a gente que por su edad algún tipo de limitación le era imposible de otra manera.
Fuimos los pioneros.
Caminamos por donde solamente, caminaron los cabreros y los campesinos de nuestra tierra. Senderos cerrados y abandonados, los recuperamos y los convertimos en atractivos culturales, paisajísticos de la isla de Tenerife. Convertimos en nuestra forma de sustento una necesidad, de la gente de nuestra tierra. Senderos, por donde se trasladaban los campesinas con las lecheras, con 50 litros de leche desde Anaga a la Laguna, caminos por donde subían las mulas cargadas con productos a la ciudad o algún puerto o embarcadero. Caminos por donde iban la gente al pueblo a casarse, a registrar un nuevo nacimiento y luego bautizarlo, o el camino donde se cargaba a los muertos hasta el cementerio, en su último viaje. Una islas tan montañosas como las Canarias y en particular Tenerife, los caminos han sido las venas de esta tierra. Por donde se articulado la existencia de esta isla, que hizo posible la supervivencia de las poblaciones mas aisladas, como las de Anaga y Teno. Y que además posibilitó la existencia del ganado, sobre todo ovejas y cabras, ya que por estos senderos se realizaba una especie de trashumancia, o emigración desde la costa hasta la cumbre en verano, a partir de la noche de San Juan. Y que con la llegada del invierno al contrario de las cumbres a la costa, tradición que se realizó de manera anual desde tiempo de nuestros antepasados los guanches. Estos caminos que son legado de los que nos precedieron habían sido abandonados, cuando en los años 60 apareció el desarrollo, y la llegada del automóvil. Los campesinos dejaron de utilizarlos, ya no eran necesarios. Muchos caminos desaparecieron, la vegetación los devoró, la lluvia los erosionó. Y fuimos nosotros los que comenzamos a volverlos a utilizar, a llevar a los visitantes extranjeros, transitar por ellos. A redescubrir una isla, fuera de los circuitos turísticos tradicionales, algo que está de moda ahora. La otra isla, la isla alejada del modelo tradicional de turismo de Sol y playa. Nosotros estuvimos ahí, antes de que este debate, esté en boca de todos en la actualidad.
